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Cometer un error en el trabajo es algo que suele ocurrir de vez en cuando y a lo que, salvo casos excepcionales que puedan tener consecuencias o generar pérdidas económicas, no les damos demasiada importancia. Solemos decir y escuchar con frecuencia algunas frases en las que se dice que el ser humano no es una máquina y, por esto, comete errores. 

Y es cierto, todo aquello que está sujeto a la actividad humana es susceptible de presentar errores que se pueden deber a un descuido y que, suelen ser leves y, en ocasiones, se pueden corregir o por negligencia, que son graves y, normalmente, irreparables. En este sentido, debemos poner el quid de la cuestión en la gravedad del error y en las consecuencias que puede tener este. 

Por ejemplo, si a un camarero se le cae una bandeja con varias tapas y unos cuantos refrescos mientras la transporta y se rompen varios vasos, el bar o restaurante pierde un poco de dinero, pero el estropicio se puede recoger y se sirve a los clientes lo mismo que habían pedido y no hay problemas ni consecuencias graves. 

Sin embargo, si un médico receta a un paciente un medicamento inadecuado o un cirujano comete un error durante una operación, las consecuencias pueden ser muy graves. Lo mismo ocurre cuando un profesional comete un error en el ámbito fiscal, ya que puede tener repercusiones bastante desagradables para sus clientes, especialmente cuando un contribuyente deja en manos de un asesor o abogado para que realice la declaración de los impuestos que debe pagar. 

¿Qué significa mala praxis en términos fiscales?

En términos fiscales, podemos decir que la mala praxis se considera como tal aquellas prácticas inadecuadas, negligentes e incluso fraudulentas que se pueden dar por parte de asesores profesionales en asuntos fiscales o abogados especializados en ese sector del derecho. Esto ocurre cuando estos profesionales presentan información errónea, pero también cuando se detectan omisiones deliberadas de datos relevantes, así como la manipulación de registros contables o la evasión de impuestos. 

Como podrás intuir, al cometer un error fiscal, aunque sea un descuido, puede tener consecuencias bastante graves para los clientes para los que estos asesores o abogados trabajan. Puede ocurrir, ya que estos profesionales suelen manejar volúmenes muy grandes de trabajo y muchos clientes al mismo tiempo. Sin embargo, esto no implica que la negligencia, aunque se haya cometido por error, tenga consecuencias graves.

De hecho, se considera una negligencia o error grave debido a que la mala praxis fiscal puede ocasionar a las autoridades fiscales una menor recaudación de impuestos y se entiende que perjudica al sistema tributario en su conjunto. Por este motivo, los contribuyentes pueden enfrentarse a sanciones e incluso delitos penales que van desde multas hasta penas de prisión, dependiendo de la gravedad de la negligencia que se haya cometido. 

Por este motivo, se suele recomendar que tanto los contribuyentes como a los asesores o abogados fiscales cumplan perfectamente con todas las normativas y regulaciones vigentes y revisen todos los documentos para presentar la información de una manera precisa y transparente para salvaguardar el sistema tributario y evitar estos problemas. 

¿Cuál es la diferencia entre negligencia y mala praxis?

Una de las principales confusiones que se suelen dar cuando manejamos conceptos dentro del ámbito fiscal o médico es no conocer la diferencia entre negligencia y mala praxis fiscal o pensar que son conceptos sinónimos. Sin embargo, lo cierto es que su significado es distinto, ya que ambos se diferencian en la intención y el grado de responsabilidad en el incumplimiento de las obligaciones fiscales. 

Por un lado, la negligencia en el ámbito fiscal implica un descuido, falta de conocimientos o una falta de atención por parte del contribuyente, del asesor o de los abogados fiscales. Es cuando las autoridades detectan errores o se ha omitido información, pero este hecho ha tenido lugar sin que exista una intencionalidad de perjudicar deliberadamente a las autoridades fiscales. 

Por otro lado, la mala praxis fiscal sí implica un comportamiento más grave e intencionado, que va más allá de la simple negligencia y que, como hemos mencionado antes puede incluir acciones fraudulentas, como la manipulación de registros o la evasión de impuestos, con la intención de eludir las obligaciones tributarias de manera deliberada. Por este motivo, la mala praxis fiscal se penaliza con consecuencias legales más severas que la negligencia. 

¿Cómo detectar la mala praxis fiscal?

Las autoridades fiscales suelen detectar la mala praxis fiscal realizando un análisis detallado de las actividades financieras y contables de una empresa o de una determinada persona. Algunas de las señales que pueden dar la voz de alarma son las siguientes: si existen discrepancias entre los ingresos declarados y los gastos reales, si existen transacciones financieras irregulares o no documentadas, así como cambios constantes en la estructura de una empresa con la intención de evadir impuestos deliberadamente. 

También se incluyen la falta de registros financieros detallados, la manipulación de facturas o la declaración de gastos falsos. Ten en cuenta que, para que uno o varios errores sean considerados como mala praxis fiscal, debe haber una intencionalidad detrás, por lo que se considera que, tanto el contribuyente como el asesor o abogado fiscal están al tanto de que están cometiendo irregularidades que pueden menoscabar la integridad de las autoridades fiscales en beneficio propio. 

Asimismo, a pesar de contar con un asesor, gestor o abogado fiscal especializado siempre es recomendable asegurarse de que no existe ningún error en las declaraciones de impuestos que te puedan poner en un aprieto. Por ello, recomendamos contar con la figura del Perito Tributario, que se encarga de estudiar las cuentas anuales y los modelos fiscales presentados para determinar si existen negligencias profesionales en los mismos, emitiendo un Informe Pericial por Mala Praxis Fiscal, que evite daños patrimoniales y sanciones. 

¿Cuándo se puede demandar por mala praxis?

Como hemos comentado, si existe una intencionalidad, las autoridades fiscales pueden demandar al contribuyente por mala praxis, especialmente cuando sospechan que este ha actuado de manera deliberada omitiendo datos o determinada información para evadir impuestos y actuar en beneficio propio sabiendo que, con ello, va a perjudicar a las autoridades fiscales. 

¿Cómo reclamar la mala praxis fiscal?

Ahora que sabes qué significa la mala praxis fiscal, podemos decir que si, como contribuyente, un individuo o una empresa puede demostrar que su asesor fiscal o su abogado ha sido el causante del error o negligencia, puede reclamar a estos profesionales y exigirles la responsabilidad tributaria, penal y civil. 

La responsabilidad es de estos profesionales si estos han incumplido o han entregado tarde los documentos necesarios para la declaración de impuestos de su cliente. También se puede reclamar si el cliente logra demostrar que el asesor o abogado ha actuado por su cuenta para perjudicar o dañar sus intereses particulares o los de su empresa. 

Del mismo modo, también puede reclamarse si existe una relación de causa y efecto demostrable entre el error del asesor y perjuicio sufrido por su cliente. Puedes reclamarle directamente a tu asesor, gestor o abogado. Si no accede, entonces, te recomendamos buscar un abogado e interponer una demanda judicial para aportar todas las pruebas necesarias ante el juez. 

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